Relación Bajo Control

¿Por qué es tan difícil salir de una?

La reclusión en una relación bajo control es el resultado de una relación desigual, en la que uno de los miembros de la pareja o ex pareja adopta palabras y comportamientos violentos y destructivos para controlar y dominar al otro, para tomar el poder en la relación.

La relación de poder se establece a través de varias etapas de tiempo en la relación.

Fases de violencia en una relación bajo control

El principio de la relación: Primera luna de miel

La relación comienza con una fase de seducción, hay sentimientos de amor, el encuentro puede vivirse como fusional con el agresor.

La víctima se apega y cree en la ilusión de una relación idílica, un amor «idealizado».

La siguiente fase de presión puede aparecer a veces muy rápidamente, pero el apego ya está ahí.

Sin embargo, al principio de una historia, queremos creer en nuestra pareja.

La fase de presión

Paulatinamente, el agresor alterna entre seducción y agresión: críticas, comentarios despectivos, miradas negras, silencios pesados, gestos bruscos… que pretenden desestabilizar, humillar y desvalorizar a la otra persona en su autoestima.

Este desenfoque conduce a una alteración de la capacidad de entendimiento de la víctima, que la lleva a dudar de sus percepciones.

El miedo a «hacerlo mal» lleva a la víctima a «tropezar», dando al agresor nuevas oportunidades para señalar los errores.

La víctima se cuestiona a sí misma, intenta reducir la presión con cambios en su comportamiento y pierde gradualmente la confianza.

Esto es lo que busca el agresor, convertir en sumisa a su pareja mediante violencia disfrazada de amor.

La fase de crisis

La víctima se encuentra en estado de shock, asombro, confusión, miedo, y es incapaz de defenderse.

Por su parte, el maltratador hace valer su poder y establece mecanismos de aislamiento y control crecientes (vigilancia de la compañía, llamadas telefónicas, privación de salida, prohibición de ver al entorno).

Por cuanto el agresor podrá ejercer control pleno si consigue aislar a su victima.

La fase de justificación

La fase de justificación invierte el sentido de responsabilidad en la violencia hacia la victima.

El agresor justifica, minimiza y culpa a la víctima o a hechos ajenos a la relación.

La víctima se siente culpable, se siente responsable del comportamiento del agresor.

En este punto, piensa que si su comportamiento fuera diferente, no se produciría ningún acto de violencia, o que si ella cambia su comportamiento, el agresor dejará de ejercer la violencia.

La fase de luna de miel

Con esta fase se consigue dar esperanza a la víctima porque se reúne con la persona que se enamoró al principio de la relación.

El agresor se disculpa, se arrepiente de su comportamiento, muestra atención a la víctima, le hace promesas, cumplidos o regalos.

Además, considera que con el tiempo cambiará el agresor, que no lo volverá a hacer, cree en él.

La fase de luna de miel dura un tiempo y luego vuelve a aparecer la fase de presión.

Este es el bucle que resonará hasta que ya no sea posible mantenerse más tiempo.

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